El arte de la contemplación
Estar en el séptimo cielo es una expresión recurrente para expresar un estado de felicidad plena. Pero el séptimo cielo existe, aunque las miradas del imaginario descifren en él diferentes historias. Para la cultura cristiana es la morada de Dios, acompañado de los seres de la luz, querubines, serafines y los 7 arcángeles; es también la morada de los espíritus no nacidos. En el séptimo cielo hay coronas reservadas para quienes aman incondicionalmente a Dios. 7 es un número mágico no sólo para el cristianismo sino también para la cultura hebrea y la cultura musulmana. Es el número de la perfección. De los 7 cuerpos celestiales, Saturno es el que recorre el séptimo cielo. Dante situaba en el cielo de Saturno a las almas que se dedicaban a la contemplación. C.S. Lewis, para quien los 7 planetas eran símbolos de valores permanentes, se refería a Saturno como al Padre Tiempo y ubicaba en su séptimo cielo al deus absconditus, el Dios que sólo se siente en el abandono.
¿Cómo se proyecta el acto artístico hacia el cielo más elevado, hacia este nivel superior de la existencia? Primero como una visión que emerge del anhelo de sondear el orden oculto de la existencia. Representar a los ángeles ha sido una misión compartida por el Arte y la Iglesia. Describir los siete cielos fue obra de visionarios, santos y artistas de todas las artes. Es un proceso de creación que incorpora una motivación activa, conocer a Dios y contemplar el universo, el cuerpo, el orden y la razón de ser del cosmos.
José Domingo Elías y Pepe Saldarriaga emprenden juntos este camino del conocimiento, con obras que iluminan fragmentos simbólicos de la estructura conceptual del universo. La diversidad de los recursos empleados por los dos artistas, pinturas, dibujos, acuarelas, remite al cauce central del acto artístico: la representación de los secretos del mundo, desde la variedad y consistencia de la materia significante. El balance entre la visión y la expresión tiene como resultado la contemplación de seres en permanente dinámica, con figuras que crecen, se elevan, se mueven, en las obras de José Domingo Elías; con figuras de luz y figuras en contraluz, que se estructuran / desestructuran en las obras de Pepe Saldarriaga. ¿Son ángeles, seres humanos, seres cósmicos? Son seres en viaje de iniciación, que se definen a ellos mismos a través de la contemplación, del vuelo ascensional, de la transformación, de la multiplicación. El ojo que todo lo ve de José Domingo Elías y las mandalas de Pepe Saldarriaga enfatizan el ámbito místico de la realización. ¿Es un viaje a los inicios del todo o a la esencia del mundo? Los dos sentidos resultan convergentes, es un viaje a la esperanza del saber/ ser, trascendiendo la materialidad. Los contenidos del viaje se refuerzan con la impronta cromática de los elementos: Pepe Saldarriaga evoca el aire y el agua con el azul, el lila, el violeta y el turquesa, con destellos de luz de amaneceres que alternan con lo oscuro de los fondos de algunas obras; José Domingo Elías evoca la tierra y el fuego, con el rojo y los colores de tierras y piedras. Los dos conjuntos de obras comparten la luz dorada, su paz y armonía, fuente primaria de su propio espacio sagrado.
Mihaela Radulescu
Curadora de la Exposicion bipersonal de Pepe Elias y Pepe Saldarriaga
Junio 2012
Las Obras de los artistas participantes del Proyecto Cultural Nair y Nap Perú, se materializan en un conjunto de miradas y percepciones particulares que brindan cada uno de ellos y ellas, desde su lógica, su percepción del pasado y del imaginario colectivo. Asimiladas y construidas todas ellas, desde las imágenes interiores que habitan internamente en su mente. Estas se alimentan de las muchas culturas prehispánicas con las que se ha tenido contacto a través de la historia, de visitas a museos o ilustraciones en los libros de cuando niños en la etapa escolar y que ahora fluyen, en las diversas manifestaciones artísticas o medios que se han usado, para dar cuenta de visiones particulares que cada artista respira, vivencia, le preocupa o nutre, como si de sueños o pesadillas se tratasen.
El nombre de esta exposición de Arte fue elegido para hacer alusión a las divinidades complementarias; El Sol y la Luna de la Cultura Tallan: Nair y Nap, que si bien no son las divinidades máximas en esta cultura del Norte de nuestro país, nos remiten a la relación femenino/masculino, ying /yang o simplemente a lo que entendemos por la complementariedad, del todo con sus partes.
En las obras expuestas se percibe la fuerza, la magia, la intensidad y la soledad de la representación de un mundo caduco y sus creencias, que si bien son parte del pasado reflejan la relación del artista como individuo frente a su propio concepto de religiosidad, frente a su propia escala de valores que de alguna u otra forma van ligadas a las de las comunidades donde se ha desarrollado o vive actualmente como Cajamarca, Piura o Lima, por tanto no exenta de las influencias que nos remiten a como perciben el mundo de manera personal, el inframundo, el supra mundo y quienes lo habitan: la concepción misma de cómo crean, como habitan o como perciben, en una complicada red de relaciones vinculantes y jerarquías terrestres o sobrenaturales de antes de la llegada de los conquistadores a nuestro continente.
El Capitulo Lima del Proyecto Cultural Nair y Nap Perú, sugiere que no se agote la visita en una primera mirada de las imágenes ofrecidas, sino que se centre el viaje, la experiencia, en una exploración de nuestras propias creencias y religiosidades descubriendo el universo creado aquí, viajando más allá de lo evidente por las rutas ofrecidas.
José Saldarriaga Medina
Director Capitulo Lima
Proyecto Cultural Nair y Nap Perú
El tiempo que corre es una advertencia sobre los límites de la condición humana. Fugacidad y futilidad, brevitate vitae. Nuestra comprensión del mundo y nuestras acciones están inscritas en una duración limitada, en una especie de paréntesis en el tiempo, cuyas vivencias tratamos de incrementar, de una forma u otra. El arte es una de estas formas. Freud veía en el arte la posibilidad de superar los límites reales del yo, para que éste pueda abrirse a un mundo infinito, al poner la experiencia personal en comunicación con todo lo natural y lo sobrenatural, con el universo.
Las obras que José Saldarriaga expone en esta oportunidad, enfatizan este objetivo intrínseco que el arte se propone alcanzar. Lo hace enfrentando al tiempo como duración limitante, con la pulsión del existir, cuya repetición simbólica a través de los arquetipos de la creación conlleva, como afirmaba Mircea Eliade, a una reactualización del suceso primigenio. “ En la historia de los pueblos, en la historia del espíritu humano, sólo los actos de creación tienen importancia. Sólo ellos pueden enseñarle algo al hombre”. Esta breve cita del Fragmentarium de M. Eliade nos lleva ante una idea fundamental para comprender nuestro deseo de experimentar el infinito y lo absoluto a través de la repetición del acto de la creación.
En su conjunto, las obras de José Saldarriaga colaboran para generar un estado de ensueño, dan la sensación de acercarse a las verdades primarias de la existencia. Es remarcable la presencia de la espiral, como estructura, trazado e impulso. Es una de las claves del acercamiento al centro potencial de la creación. La espiral es hálito, viento, poder, danza; es la percepción humana del movimiento cósmico. La espiral nos introduce a una morfología básica de la existencia, ubicada en el principio del tiempo. Los demás arquetipos funcionan como motores rítmicos del equilibrio vital de los inicios, dando formas al ser latente. Presencias sin caras, cuerpos viajando por un espacio matriz, recogidos sobre ellos mismos, o abriéndose al exterior, cuerpos que aun no han decidido si serán hombres, o fieras o flores o duendes, o todo al mismo tiempo. A veces la espiral se vuelve sol o luna o serpiente, formas diferidas de la misma energía primordial, estableciendo los referentes de este nuevo mundo por nacer.
Es un final y es un comienzo, porque la creación se ubica esta vez en un nuevo espacio, producto del acto humano de génesis, un universo completamente suyo donde puede repetir de verdad, ya no simular, el gesto primordial, fundador de existencias. Los mitos de antaño lo reactualizaban en escenarios como la noche cósmica, la matiz telúrica de la caverna o el vientre de un monstruo, simbólicamente indicados para recomenzar y vencer, por el poder del ciclo, la opresión de la cárcel temporal. El mito de nuestros tiempos lo ubica en el espacio virtual, hacia el cual a diario desplazamos nuestros deseos, anhelos y angustias. Es así como los referentes de la existencia emergen en el nuevo espacio: roles, momentos, tensiones, transformaciones, placeres, temores. Para el artista es una fusión natural de sus dos impulsos creativos: recrear las fuerzas primordiales del ser en el mundo a través del dibujo, del grabado, de la pintura, y crear nuevos mundos y nuevos seres, en el infinito virtual. Para nosotros es un toque, una ventana que se abre para recordarnos lo que siempre quisimos ser, los creadores.
Mihaela Radulescu
Curadora de la muestra
Enero, 2012
Los dibujos de Ana Villafana y Pepe Saldarriaga ingresan en el universo de la corporalidad del ser humano para contemplar sus movimientos más íntimos, su génesis. La importancia de la mirada queda evidente al observar los dos universos de signos emergentes, cada uno con su propio ritmo y devenir: envolvente y expansivo en la mirada de Ana, tensivo y explosivo en la mirada de Pepe.
La visión prevalece en la captación de la realidad ( una observación que encuentra sus fundamentos en el pensamiento filosófico griego ) pero al transformarse en representación implica una estructuración , producto de las ideas que tenemos sobre las cosas. Nuestro modo de percibir es condicionado por lo vivido, pensado, conocido. Ana Villafana y Pepe Saldarriaga nos proponen algo diferente : acercarnos a la esencia dinámica del ser, al inicio del ímpetu vital, descubrir el fenómeno del cual emerge, recuperar las sensaciones de su origen y fuerza, siguiendo las huellas del proceso de su nacer / existir / perecer. En mi opinión, ésta es la significación potencial que se encuentra implícita en los dibujos de los dos artistas.
¿ Como se constituyen los dos universos ? Posiblemente, por una visión de sí mismo desde adentro. Es así como los cuerpos de Ana se vuelven semillas de vida, flotan encima de las aguas – fuente, torbellinos circulares que prestan su fuerza al cuerpo aéreo, cenital; las espirales se cierran y se abren sin cesar sobre el cuerpo recogido, velado y desvelado; la esfera se cierra y se rompe, dejando que se cuerpo surja , se libere, se extienda libre. Mientras que los cuerpos de Pepe emergen explosivamente de la densidad del espacio con el cual comparten trazos y tensiones, para romper límites e integrarse como ser, como identidad ; incompleto, tiende a definirse, desde la materia informe y compleja del entorno, para tomar forma y volumen corporal, con fuertes definiciones plásticas. Verse como “otro”, da a los dos artistas la oportunidad de alcanzar un nivel simbólico a través del cual podemos asumir el proceso de nuestro propio ser / devenir, escapando al “ monopolio tirano de las categorías “, en palabras de Levinas.
“El cuerpo ya no es el obstáculo que separa al pensamiento de sí mismo”. Esta afirmación de Deleuze nos acerca a la compresión de esta lectura estética de lo mágico y sagrado del cuerpo. Los dos artistas reducen el marco visual, para centrarse en lo que se quiere ver y entender, la visión de la esencia primordial del ser. Es como ingresar en un reino de sombras, en perpetuo devenir, cuya materialidad toma forma por momentos, para luego desvanecerse en el entorno cósmico, con el cual la vida parece mantener una relación íntima. Es una visión fronteriza, una visión del límite, en el sentido que le atribuye el filósofo español Eugenio Trías, enfatizada por el trazo del dibujo, que permite el revelar y un volver a velar, y en cuyo horizonte crece una arquitectura del cuerpo, entre música y poiesis, una construcción en progreso, una estructura cíclica en un tiempo cíclico.
La luz es un elemento esencial ( salir al espacio es salir a la luz) que, junto con la tensión entre esencia y existencia, transmite el deseo de la naturaleza humana por la vida . Como espacios musicales, cada dibujo compone su partitura del amanecer del cuerpo. La musicalidad desvelada por cada imagen vive en las pulsiones de los cuerpos, en sus vibraciones. Sus formas singulares, puras e ideales hacen que el tiempo recupere su esencial fluidez y que la dimensión material de la obras desaparezca para dejarnos ante un mundo que parece desplegarse mágicamente ante nosotros, ofreciéndonos la ilusión placentera de contemplación secreta de nosotros mismos .
Mihaela Radulescu
Agosto, 2011
Serenella Matteucci y Pepe Saldarriaga, dos artistas cuyo arte se ha visto siempre unido a un intenso proceso de conocimiento de sí, como condición esencial para el conocimiento del mundo, exponen en esta muestra bipersonal un conjunto de mandalas, imágenes mentales que proyectan su fuerza y sentido a través del lenguaje artístico. Para avanzar en su interpretación, debemos enfocar la instancia significante de la mandala y contemplarla a través del imaginario de sus creadores.
La mandala es una imagen mental del mundo, una imago mundi, como lo indicaba Mircea Eliade, que puede guiarnos en su comprensión, y que puede ser recorrida, físicamente, en el caso de las grandes mandalas dibujadas en el suelo, o mentalmente , en busca del centro revelador. Es un medio y un instrumento de conocimiento a través de la meditación , una emblema que se pinta, se dibuja o se construye tridimensional.
Para el observador , la mandala clásica es un círculo en cuyo interior se conjugan figuras geométricas, contrapuestas y concéntricas, que funcionan como diagramas rituales de contemplación y concentración, que ayudan en el recorrido de lo material a lo espiritual. El círculo exterior el es contenedor, es el que recoge la diversidad de las manifestaciones materiales e inicia el proceso de unificación.
Para el artista creador, la mandala cristaliza un proceso de ensimismamiento y lo proyecta hacia la forma. Si bien tomará como punto de partida su construcción ritual, donde hay reglas, como las referentes al uso de determinados números y estructuras geométricas, interpretará libremente esta construcción para precipitar estados mentales por los caminos de lo biológicamente diverso hacia la síntesis, a menudo geométrica. De este modo, cada mandala es única y da acceso al imaginario del creador, al modo en que aborda los significados de la vida y del universo.
Las mandalas de Serenella Matteucci exploran las tradiciones para optar por la recuperación del valor de la materia en la significación de la existencia. Mandala es un término hindú y efectivamente la historia de la mandala comienza en la India, pasa al Tibet, luego al Oriente y por fin, viaja por todo el mundo. Hay quien considera la mandala oriental similar a la cuadratura del círculo occidental , como representación particular de lo que podría llamarse la gran Rueda del Universo, que toma diferentes formas en diferentes culturas, la rosa, el laberinto, el círculo zodiacal, etc. Para Serenella Matteucci, la estructura de la mandala hindú se reviste de formas de vida, preferentemente vegetales. Lo geométrico florece, acepta irregularidades y sobre todo permite a la materia fluir, superar su condición estable o rígida para volverse movimiento. La cromática es solar, llena de energía y vida. Su interpretación de la rueda del universo le hace lugar al momento, que coexiste con la eternidad; la intensidad de la luz y la afirmación de la belleza que se manifiesta por igual en la mariposa y el sol, transforman la mandala en una exaltación de cada instante de la existencia. El gran diseño no se muestra a través del ordenamiento, sino a través del movimiento y de la intensidad de cada manifestación.
Las mandalas de Pepe Saldarriaga son imágenes fragmentadas de movimientos que representan el devenir de la energía vital más allá del dualismo entre la unidad y la diversidad, entre la dispersión y la concentración. La integración es uno de los dos impulsos fundadores de las mandalas de Pepe Saldarriaga. El segundo es el ordenamiento de las líneas de fuerza de la dinámica de la existencia, donde los números sustentan la presencia de círculos y espirales. Los dos impulsos convergen en la necesidad de organizar los sentidos del devenir. Es una mirada que alcanza los niveles primigenios de la energía , un retorno al punto original, que concentra el uno y el todo, al centro que todo lo contiene, que une al ser humano con el universo. Sus mandalas aluden al centro, aunque no lo representen, por la visión de la energía primordial, para la cual no hay diferencias entre lo de adentro y lo de afuera.
“Las raíces del mundo / penden / más allá de la tierra.” decía Pierre Reverdy en Plupart du temps. Buscar más allá de lo visible , en busca del sentido que lo integre todo, es un proceso que se reviste conceptual y emocionalmente de ideas, imágenes y sensaciones, pero sobre todo es el destino del soñador, cuya imaginación tiende a identificarse con el universo. Serenella Matteucci y Pepe Saldarriaga comparten con nosotros sus sueños, a la vez que nos conducen hacia la comprensión de los valores perceptivos del arte.
Mihaela Radulescu / junio 2011
El universo visual de “Autocomplacencia” no se agota en una primera mirada. La variedad de sus recursos expresivos, dibujos, grabados, pinturas, funciona no sólo para llevarnos a experimentar diferentes lecturas de la relación entre formas y sentidos, sino también para advertir que, más allá de su temática sexual o erótica, hay una significación compleja, que tiene que ver con el grado de proximidad y revelación que el individuo puede tener ante su propia identidad.
Siguiendo esta línea de reflexión, nos encontraríamos por lo pronto con varias interrogantes: ¿Cómo se tematiza el conjunto de imágenes, que en su mayoría despliegan tensiones sexuales? ¿A qué comprensión nos lleva la mirada sobre sí mismo del artista, devuelta al tejido psicológico y social del mundo externo? ¿Cuáles son las implicaciones de la diversidad que asume la materialización del imaginario del artista? Antes de intentar responder, hay que advertir que las imágenes, como expresión y sentido, condensan, fijan y conservan en la memoria colectiva no sólo una identidad ( del autor ) sino también la relación que se entabla entre nosotros y estas imágenes, intermediada por nuestros referentes, valores, estereotipos, tabúes, deseos y miedos.
En este sentido, un valor importante de la muestra es ponernos ante nuestra propia identidad, ante la comprensión de nuestro modo de pensar, ser, ver, actuar.
Dicho esto, es evidente que la temática de la sexualidad, ligada a la naturaleza humana, con énfasis en la presencia del falo, está presente de manera explícita en la mayoría de las obras. Desde este punto de vista, la muestra ingresa en una red de manifestaciones plásticas que comienza en las culturas primitivas de la humanidad, y como tal nos lleva a pensar en los significados actuales de su representación: una sexualidad libre, que hiperboliza lo erótico cotidiano, sus usos y costumbres, para superar las inhibiciones. Se recupera, en una lectura no exenta de tensiones, el simbolismo cuerpo / cosmos, recorrido por la voluntad de integración del hombre en la energía de la naturaleza, un simbolismo que el arte precolombino por ejemplo, había ampliamente explorado.
Por otro lado, si comparamos los sentidos emergentes de la lectura de las obras con el contexto cultural, la pregunta que surge es cómo se interpretaría la constante plástica del falo erecto. Este elemento recurrente del arte paleolítico o del arte de la Antigüedad de Grecia, Roma, India, se relaciona simbólicamente a varios conceptos: fertilidad, poder generativo, erotismo o poder en sí. Más recientemente, las teorías psicoanalíticas y las teorías del género, enfatizaron el concepto de poder, desde un enfoque u otro, y le encontraron implicancias en los registros simbólico, imaginario y real de la existencia del ser humano. Optaríamos por asignar a la acción significante de las imágenes que constituyen el universo de “Autocomplacencia” una especie de dinámica transversal o relacional, que reintegra los tres registros en la identidad manifiesta de la persona que goza así de auto reconocimiento, reconciliación interna y superación de las tensiones, previa exacerbación.
En varias de las obras expuestas, las tensiones se viven intensamente: los personajes despliegan su energía y desesperación en movimientos contorsionados, en espacios que oprimen. Pero estos despliegues, cuyas propiedades fundamentales son la intensidad y la extensidad, consumen el espacio, que representa el mundo y se apoderan de él. El mundo interior se externaliza, se explaya mientras que el mundo exterior termina prácticamente canibalizado en el proceso de combustión afectiva. Lo interesante es que la muestra no se limita a expresar este momento, sino que sugiere el horizonte de superación : el vuelo, la lectura, el sueño son motivos que traen con ellos el placer del desprendimiento, la calma y el reposo, el reencuentro consigo mismo en un universo creado a medida y disfrutado como tal.
En esta dinámica del proceso de exploración de uno mismo, interviene el uso diferenciado del dibujo, del grabado, de la pintura. Mientras que el dibujo es el apunte febril de la crisis, el grabado es la memoria de la vivencia erótica, inscrita en el imaginario afectivo, mientras que la pintura se dedica justamente a construir la orilla placentera del universo creado. Huella versus forma. Blanco y negro versus color. Trazo nervioso versos expansiones armónicas. En conjunto, las obras funcionan como un relato musical: sus secuencias temáticas podrían ser vistas como secuencias narrativas que pasan de un tempo vivace que las acelera y apresura para vivir intensamente el sexo y el erotismo, como claves para la construcción de uno mismo, a una disminución gradual de las tensiones, a un tempo rubato, en el cual el artista acelera o desacelera ligeramente, a discreción, el ritmo de su universo.
Mihaela Radulescu
setiembre 2010
En la “Autocomplacencia” de José Saldarriaga Medina me permito iniciar con lo siguiente para presentar la obra y al artista:
“La indulgencia es un velo protector y la inteligencia es una espada cortante. Cubre tus defectos con el velo de la indulgencia y combate tu pasión con la espada de la inteligencia”.
Autocomplacencia es el nombre de la muestra de arte que nos presenta el artista plástico visual José Andrés Saldarriaga Medina; Director del Capitulo Lima del Proyecto Cultural Nair y Nap Perú. El trabajo de José es valioso desde varios ángulos o perspectivas:
el de realizar un arduo trabajo con diversas técnicas, la autocomplacencia de la tarea y el esfuerzo realizado, y el tema en si por la connotación de su significado en su vida personal y la de todo ser humano.
El de realizar un arduo trabajo con diversas técnicas, lo cual pone de manifiesto la variedad y calidad de su expresión plástica.
La autocomplacencia de la tarea y el esfuerzo realizado, que nos da en poner de manifiesto nuestro quehacer profesional. El tema en si por la connotación de su significado en su vida personal y la de todo ser humano así como la satisfacción por los propios actos o por la propia condición o manera de ser, es lo que reza el diccionario y que de manera plástica nos sustenta el tema: con pinturas, dibujos y grabados de alta calidad.
Hay cosas relacionadas con el tema que las sociedades más conservadoras relacionadas íntimamente con el estado, la medicina tradicional y la mayoría de religiones en el mundo prohíben o regulan a su antojo: el derecho a tocarse, explorarse y/o darse placer uno mismo, con sus propias manos. A parte de este proceso se le conoce como autocomplacencia, anonismo y también es conocido peyorativamente como masturbación.
¿Me preguntaba porque este tema tan vigente y embarazoso? Conociendo a José Saldarriaga yo misma me respondo: el es un eterno e incansable investigador y explorador de los temas vitales que nos relacionan como seres humanos: pone sobre el tapete: la sexualidad humana y este tema es uno de los que causan incertidumbre, miedos o preocupación reales en el mundo subjetivo personal; cuestionamiento iniciado desde la pubertad, pasando por la adolescencia y que dura todo un transcurrir de la vida en todo ser humano: enfrentando o diluyendo el territorio personal con el espacio público.
La autocomplacencia no es más que una manera de alcanzar placer a través de acciones gozosas ejercidas sobre uno mismo, en donde va involucrada una serie de factores muy importantes como el erotismo donde se involucra la fantasía, el anhelo, los sueños húmedos o anhelos gratificantes para lo que se utiliza el propio cuerpo como territorio personal para satisfacerse o contemplarse así mismo sin que esto signifique llegar al narcisismo egoísta.
Este tema tan controvertido es tocado por el artista de una manera sutil, que deja a la imaginación de cada uno de nosotros los espectadores las interrogantes que el tema nos devela y alimenta el imaginario colectivo.
Estoy segura y me complace el anunciar que este 2 de setiembre disfrutaremos indudablemente de la investigación del tema a través de la plástica de José Andrés Saldarriaga Medina, la cual merece una felicitación por el esfuerzo logrado y plasmado, como profesional, como ser humano y como parte del directorio de Nair y Nap Perú.
Elizabeth Castro Olea
Directora Nacional de Proyecto Cutural Nair y Nap Peru
Setiembre 2010